Con la misericordia de Dios Altísimo
Juan Décimo
Patriarca de Antioquía y Todo Oriente
A mis hermanos pastores de la Santa Iglesia AntioquenaY a mis hijos en todos los extremos de esta Sede Apostólica
“Hoy el cielo y la tierra se unieron con el nacimiento de Cristo. Hoy semanifestó Dios en la tierra y el hombre al cielo ascendió. Hoy elInvisible por naturaleza es visto en corporalmente por el hombre. Porello, Exclamémosle glorificando y diciendo: Gloria a Dios en la alturas yen la tierra la paz que trajo consigo tu llegada, oh Salvador nuestro,gloria a Ti.”
Esto es lo que canta nuestra Iglesia en este día glorioso, el día de la llegada de su Creador en el cuerpo, el día de la natividad de Jesucristo. Su llegada anuncia la paz. Y cómo estamos necesitados de la paz de tupresencia en la tierra, oh Cristo, de la cual salió tu Evangelio a todo el mundo. ¡Cuán necesitados estamos de tu presencia, Oh tesoro de la Misericordia y Sol de Justicia! ¡Cuán necesitados estamos en una tierra sembrada con los tambores de la guerra, amputaciones y secuestros de personas! La tierra que recibió a tus Apóstoles hace ya dos mil años está herida y sangra. Está herida porque su gente fue herida con el terrorismo, el secuestro, la condenación sin precedentes. Sin embargo, esta tierra ysu gente su buena gente han superado montañas de males inmensos a lo largo de la historia. Ellos cargan hoy al niño del pesebre todas sus preocupaciones y deponen frente a su Divina Cuna toda su carga y encienden frente a su purísimo pesebre todas las lámparas del alma. Las encienden con la fuerza de la esperanza y la fuerza del encuentro.
La Navidad trae consigo deberes que debemos poner en práctica en nuestras vidas. La navidad es en primer lugar la fiesta de la visitación divina, la fiesta de la misericordia, la limosna y las buenas obras. La navidad es sobre todo la encarnación más clara del amor, la caridad y la bondad deDios que descendió a lo más profundo de la tierra y no encontró para sí mismo más que una gruta que lo acoja y un humilde pesebre donde reposarse. Y todo esto lo hizo por su misericordia, su caridad y su bondad para con nosotros los hombres. Cuán necesitados estamos nosotros los cristianos antioquenos bajo las circunstancias reinantes en nuestra patria deaprender a poner en práctica esta obra del Señor y podamos ser así un verdadero socorro material y moral al vecino, al prójimo, al hermano y ala Patria Madre. Gracias a estas misericordias que hacemos llegar los unosa los otros y a todo ser humano sin importar su religión, llegamos arecibir las misericordias de aquél Niño Divino cuya compasión y b ondadp ara con nosotros no podremos nunca alcanzar. San Agustín dijo:
“Limosna” en griego quiere decir “misericordia”. ¿Y qué misericordia con los desdichados es más grandiosa que aquella que descendió del cielo y del Creador del cielo para vestirse en las fundaciones de la tierra con un cuerpo terrenal y para hacer del Consubstancial al Padre Eterno que seaconsubstancial con nosotros los mortales imponiendo al Señor del Universola imagen de un siervo (Filip 2,7)?
¿Qué misericordia es más grande que la del Creador que nace, que la delSeñor que se hace siervo, que la del Redentor que es vendido, que la del Exaltado que es rebajado y que la del Dador de la vida que es crucificado? Todo esto sucedió para saciar nuestro hambre y para apagar nuestra sed;para dar fuerzas a nuestra debilidad y para borrar nuestros pecados; paradar luz a la lámpara de nuestro amor.”
Por ello la lámpara de nuestro amor al prójimo hace que perdure la clemencia divina entre sus creaturas.
La Iglesia está llamada hoy a aprender “la adoración al Sol de Justicia”,o sea a Cristo, al cual lo encarna cuando puede estar junto al pobre y elnecesitado, junto al afligido y al desventurado. La Iglesia encarna a Cristo cuando hace oír en todos los rincones de nuestra patria la palabra de la verdad frente a todos los que destruyen los fundamentos de la convivencia. Lo encarna cuando no compromete la verdad con el lenguaje del lucro y el rédito. Lo encarna cuando reconoce que una gota de sangre de un ser humano que se derrama es más valiosa que todos los barriles depetróleo y toda rentabilidad.
Parece que el mundo no termina de darse cuenta de lo que está pasando en Medio Oriente y en Siria precisamente. Parece que no han escuchado y no quieren escuchar los gemidos de los tristes. Parece que aquellos que tienen el poder de la decisión, se conforman con el lenguaje de los comunicados y no quieren ver las consecuencias del terrorismo, la impiedad, el secuestro, la destrucción de los testimonios de la historia yla aislación de los medios propios de un único país. Parece que el mundo quiere cerrar los ojos ante las consecuencias de la crisis en Siria a los países vecinos y que las voces de los antioquenos no les llegan para que sientan el deber de actuar por la liberación de los dos arzobispos secuestrados Juan y Pablo, arzobispos de Alepo. Sin embargo, todo esto no nos asusta porque nosotros somos hijos de esta tierra y estamos plantados en ella y permaneceremos aquí. Todas nuestras dificultades las depositamos frente al pesebre del amor de Jesús que escogió la tierra de Oriente para que sea la embajadora de su amor en todo el mundo.
Oh Divino Niño, que nos infundiste tu luz hace ya dos mil años, asiste anuestra gente que está crucificada y que resucitará indefectiblemente.
Oh Señor, asiste a Siria y al ojo que vela sobre sus fronteras. Asístelo paraque pueda reintegrar la seguridad que siempre hemos tenido aquí.
Asiste al desplazado y al secuestrado. Conserva al Líbano en seguridad permanente y aleja de él el fantasma de la sedición y del vacío constitucional.
Asiste a Irak en sus heridas y a todo rincón de la tierra de Oriente.
Asiste, Señor, a la madre afligida y a los niños inocentes cuyas escuelas fueron siniestradas.
Asiste como siempre a los secuestrados y a los desplazados y consuelanuestros corazones trayéndolos de vuelta a nuestros hogares.
Te ofrecemos a ti, Oh Cristo, las lágrimas de los entristecidos como la mirra, nuestras oraciones y alabanzas como el incienso y nuestra paciencia en la tribulación como el oro. Danos las fuerzas para que seamos testigos de tu amor entre toda la gente y haznos capaces como la Virgen de conservar todo en nuestros corazones para que caminemos con ella y podamos ver la aurora de tu resurrección y nuestra resurrección para el hombre, lanación y el mundo.
Desde aquí, desde la sede del Santo Trono Apostólico Antioqueno en Damasco, envío la bendición apostólica a mis hijos en la tierra madre y enlos países de la diáspora y pido al Señor Salvador con la intercesión dela Virgen María que los conserve y que conserve a todo el mundo haciendoextensa su paz en toda la creación redimida.
Emitida desde la sede patriarcal en Damasco, El 22 de Diciembre de 2014
† Juan XPatriarca de Antioquía y Todo Oriente