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Mensaje de Navidad 2014 del Metropolita Siluan de Buenos Aires

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Martes, 23 Diciembre, 2014
DE LA PEREGRINACIÓN DIVINO-HUMANA A LA GESTACIÓN DEL ENCUENTRO FINAL

“El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz: Y a los asentados en región y sombra de muerte, luz les resplandeció” (Mateo 4:16)

“Los dos peregrinos entre la tierra y el cielo” es una expresión que más sintetiza lo acontecido en la encarnación del Verbo de Dios, expresión que proviene de nuestro querido hermano, el Metropolita Pablo de Alepo, arzobispo que sigue secuestrado junto al Arzobispo Juan de Alepo, en Siria, desde el 22 de abril de 2013. 

En realidad, esta expresión es el título de su primer libro después de haber asumido el ministerio apostólico de su arquidiócesis, y describe la búsqueda que, desde antaño, tienen dos peregrinos particulares: Dios que busca al hombre y el hombre que busca a Dios, en una peregrinación que progresó gradualmente hasta llegar a cristalizarse en un encuentro final, en la persona de la Virgen María al aceptar la anunciación del Arcángel Gabriel.

Si utilizo esta expresión del Metropolita Pablo, es para introducir la gran esperanza que, en estos días, el Sol de Oriente que amanece de lo alto resplandece su luz “a los asentados en región y sombra de muerte”: luz, tanto a los “asentados” que sufren bajo el martillo del mal, de la aflicción y de la adversidad, como a quienes en cuya mente y corazón “se asentaron” las tinieblas, y quienes utilizan este mismo martillo para destruir la imagen de Dios en ellos mismos, y subyugar la imagen de Dios en los demás.

No hay duda de que el ministerio apostólico toma hoy dimensiones que no son menos importantes y desafiantes que aquellas que se hallaban en el tiempo de la encarnación del Verbo. Sin embargo, nuestra fe en que, en el cuerpo de Cristo, una es la luz que lo ilumina y una es la esperanza que lo nutre, nos inspira y fortalece, pese a que los miembros de este cuerpo reniegan a menudo en el proceso de “gestación”, penoso pero salvífico, que viven en muchos lugares. Tal es que nos toca realizar una peregrinación y un ministerio de modo único y singular, constante y fatigoso, sea cual sea los talentos que cada uno haya recibido, hasta lograr la gestación de la luz eterna en las almas, y el amanecer de la imagen de Dios, en toda su realeza y dignidad, en el ser humano.

En nombre de nuestra iglesia en Argentina, quiero expresar mi agradecimiento por sus oraciones que alivian nuestra tarea, por su amor que nos fortalece, y por su apoyo fraterno que alienta nuestros anhelos, para la gloria de Dios en Jesucristo y en su hermano, el ser humano herido.
† Metropolita Siluan
Arzobispo de Buenos Aires y toda Argentina

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